Hay solo dos pasos que dar en este camino. Si eres capaz de hacerlo, llegarás a la verdad.
El primer paso es éste: ¿Puedes dar un paso con tu corazón y tu alma alejándote del apego a este mundo y de tus aspiraciones de una buena vida en el más allá?
El segundo es éste: ¿Puede tu nafs, tu ego, alejarse de su preocupación por lo que otros piensan de ti?
Con estos dos pasos llegarás a la Verdad.
Dios dice: “Si das un paso hacia Mí, Yo correré hacia ti.” Si comienzas con un paso el Todopoderoso completará el camino.
Tienes que estar consciente del terreno en el cual das estos dos pasos, que no sea en la arena movediza de la imaginación. Si este camino no ha sido construido para ti por un maestro perfecto y en terreno firme, debes construirlo tú mismo. Nada se sostiene en las movedizas arenas de la inestabilidad, la multiplicidad y la duda. Debes construir una base sólida, una fundación sobre la cual construir tu camino. Esta fundación es la forma exterior de tu religión, la ley sagrada, la Sharía.
Luego debes estar seguro hacia donde estás dando el paso, en que dirección estás yendo. ¿Cómo puedes ver, si está oscuro como boca de lobo? No puedes ver porque tu ego ha puesto setenta mil velos entre tú y la Divina Luz. En esa oscuridad solo puedes ver las películas de tu imaginación. ¡Eres el astro, eres el rey, un guerrero, un Don Juan! Te imaginas que no tienes que hacer nada, que no tienes que ir a ninguna parte, solo recostarte y dormir…
Nuestro Maestro (saws), dice: “Los hombres están dormidos. Despertarán cuando mueran.” ¡Ay! de aquellos que malgastan en vano el preciado regalo de su Creador, la vida, el tiempo que tienen para vivir.
En otro hadiz, nuestro Maestro (saws), dice: “Los hombres están dormidos. Alguien debe despertarlos.” Aquel que te despierte debe estar él mismo despierto. Esa persona debe ser un maestro que tenga una fe tal, que pueda decir: “Aún si los velos que ocultan a mi Señor se levantaran, mi fe no se haría más fuerte.” Él debe ser un maestro que puede decir: “Mi corazón ve a mi Señor” y “No rezo a un Dios que no veo” como Hz. Ali (ra) dijo.
Sin embargo, si alguna vez te despiertas a la Divina Luz, finalmente te verás como eres en realidad, tan pequeño en comparación con los 18.000 universos, y sin embargo serás capaz de estar de pie y observar el tiempo, y como todo pasa. Será como estar en una “estación” mientras todo lo demás pasa por diferentes “estados”. Estarás estable mientras todo lo demás pasa, incluyendo tu propio ser físico que envejece.
Será como si estuvieras sentado en un tren que se mueve hacia delante y todo lo de afuera se mueve hacia atrás. Estarás estable y firme en el momento; tú, no tu cuerpo, sino tu alma y El Siempre Existente, Al-Baqi, de donde ha venido tu alma, como una gota del océano infinito.
Cuando seas capaz de ver eso, conocerás el secreto de “Quien se conoce a si mismo conoce a su Señor.” Entonces tu alma y tu corazón darán un paso alejándose de este mundo, y tu nafs dará un paso hacia la sinceridad. Luego, tu Señor que está más cerca de ti que tu vena yugular, te tomará de la mano, caminarás con Él, Sostendrás con Él, verás con Él y escucharás con Él.
Los otros no te verán, pues aún estarán en la oscuridad. Como dijo Hz. Hasan al-Basri (ks): “Si pudiesen ver a los amigos de Allah, los tomarían por locos.” Y tú no podrás ver a aquellos en la oscuridad. Si pudieses dirías: “Ay de ellos que no han tenido fe en Allah ni por un momento en toda su vida.”
Adaptado de Fathal Rabbani de Hz. ‘Abd al Qadir al Jilani, ks,
por el Sheik Tosun Bayrak al-Jerrahi
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